LOS AFORISMOS DE LECHUZA Y VACA

por Pablo Martínez Sarrión
Sesión de Filosofía para Niños del Sábado 19 de noviembre de 2016

¿Sólo aforismos?

Dos ideas que dan vueltas y juegan juntas: leer e interpretar. Abrimos un libro y no encontramos lo que tenemos que leer, sino cómo tenemos que leer… Nietzsche dixit… “Se ha de ser casi vaca”. Pero aforismo pierde aquí su raíz griega, la que nos cuenta el diccionario, aforismo no puede significar aquí definición, porque las vacas no leen definiciones ni compran diccionarios… Y aforismo no puede ser aquí una frase entresacada de no se sabe dónde, ni una ocurrencia fuera de contexto, porque las vacas no están dispuestas a perder el tiempo con esas cosas… Que el aforismo esté “bien acuñado y fundido”, que siempre haya querido ser aforismo… Que nos deje hablar después de leer, que no proyecte sombras demasiado pesadas y que no se conforme con una sonrisa condescendiente; que habite donde la filosofía se da la mano con la poesía, porque es ahí donde la interpretación se convierte en arte y nos empieza a acariciar con la ilusión de estar creando…

Cuando la filosofía se da la mano con la poesía, la interpretación se convierte en arte. Share on X

En un primer movimiento, las dos ideas juegan juntas y empujan nuestra mirada de vaca a las palabras de otros… Los aforistas, los filósofos de lo breve, los que no nos dejan dormitar, porque antes del primer parpadeo ya han dicho todo lo que querían decir. ¿Es breve el aforismo para que nadie escape de él? ¿Es breve el aforismo? Y antes de que sepamos si es un aforismo o qué es, ya hemos comenzado a rumiar su sentido… Epicteto, Nietzsche, Fuster, Gómez de la Serna… Quienes me enseñaron a mí, entre muchos, indican ahora la dirección a otros… Los primeros aforismos, los del primer movimiento, son aforismos que hablan de sí, que hablan de los aforismos. De modo que interpretar es aquí escribir un comienzo, es contestar a la pregunta qué es un aforismo y jugar a definir… Y el aforismo abraza aquí su elegante raíz griega, aforismo quiere significar aquí definición para que podamos pensar que ya hemos sido capaces de escribir nuestro primer aforismo…

FpN-Sesión nov 2016 - Aforismos

¿Esto puede ser un aforismo?

Aunque la inseguridad sea aquí la pauta, puede tranquilizarnos recordar algo que leímos: “los aforismos (…) son siempre falsos”, los de todos los demás y también los míos… Escribir gana así una faceta más juguetona… Y ante la inseguridad, una traición, una falsificación para conformar un segundo movimiento. Yo ya he mentido, quizá, al escribir y describir lo que los aforismos son, o al escribir cualquier cosa y llamarla aforismo… Pero ahora de lo que se trata es de crear con las manos medio atadas por los textos de un poeta. Carlos Marzal dio sentido a sus palabras, pero ahora nosotros le robamos el sentido tirando a la basura la mitad de ellas… Borrar medio aforismo para volverlo a escribir no quiere ser aquí un remedo de la escritura en palimpsesto, sino un puro crear a medias para habituarse a las formas, a las maneras. La vaca es ahora más atrevida y no le interesa lo que escribió el otro porque ya se han perdido sus palabras, ya no quedan… Empieza a interesarle más lo que ella puede decir, ¿y quiere decir? Hemos colocado ya nuestra maleta sobre la suya…

Dos ideas jugaban juntas: leer e interpretar, y con un ágil paso atrás, después de haber sentido que creábamos por el simple hecho de rellenar huecos en las palabras de otros (permitidme que sonría), el tercer movimiento me convierte en un hermeneuta descarrilado… He aquí la “máquina de hacer aforismos”, una máquina que no es máquina porque dos sobres sobre una mesa no hacen máquina. El sobre de los conceptos contiene los grandes nombres: las libertades, las felicidades, las opiniones… El sobre que le sigue contiene fragmentos de greguería… Meto la mano en ambos y construyo (o el azar construye) mi aforismo del azar que ahora he de procurar interpretar… Es un juego porque sé que no hay un sentido que alguien ha escondido; siento la libertad de las palabras que sólo yo he unido sin querer unir, pero siento también la falta de libertad que imponen esas palabras: las opiniones pueden bailar, o las verdades ser tapones, las libertades ser zapateros o las creencias tener dolor de muelas en los pies… El azar juega con nosotros, pero nosotros también tenemos que aceptar ese mismo juego y profundizar en las analogías… La clave es aquí la metáfora, si somos capaces de entender metáfora en un sentido amplio… ¿Puede también ser metáfora la máquina de hacer aforismos?

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Un gran silencio, todo lo grande que un silencio pueda ser aunque sea breve, antes del cuarto movimiento… Aquí no hay ya una regla, aquí no hay ya un esquema, porque somos nosotros quienes hemos de convertirnos en “máquinas de hacer aforismos”… La pregunta es obvia: ¿cómo se puede enseñar a hacer aquello que no se puede enseñar a hacer? No enseñando… Invitando y esperando tener suerte con la invitación… Parecía un gran descubrimiento aquello de que habíamos de leer e interpretar, para construir esa suerte de diálogo imposible con nosotros, o un teatro imaginario en que nosotros jugábamos nuestro papel. Habíamos ganado la palabra, pero quedábamos atrapados por algunas de las trampas de las palabras llenas de trampas… Teníamos que decir qué nos quería decir a nosotros ese puñado de palabras, pero siendo siempre cautos, sin tomarnos demasiadas libertades… Nos sentíamos afortunados como quien disfruta de unos minutos de libertina esclavitud. Pero el cuarto movimiento nos exige algo más… En él tenemos la posibilidad de entender que la filosofía no estaba ya escrita en todo lo escrito, sino que es también un momento de quietud antes de escribir de nuevo… La única trampa queda quizá en aceptar un concepto de aforismo lo suficientemente ancho como para que quepan en él nuestras propuestas, aunque sean traiciones, aunque no sean aforismos… Como si lo fueran… Porque pretendemos que no sean dos sino que sean tres las ideas que jueguen, entonces hemos de romper con las manías del hermeneuta, tenemos que dejar de conformarnos con sus amables concesiones… No parece suficiente para que consideremos que estamos inmersos en un proceso creativo simplemente que nos dejen responder a las palabras de otros las que tendremos que aprender y recordar… Es el momento capaz de despertar viejos escepticismos cuando la escritura pretende entrar en el aula, y ayuda a apoyarse en la insistente paradoja: demasiadas indicaciones serán suficientes para que nadie sea capaz de escribir sus aforismos; pocas indicaciones darán la sensación de que dejamos las cosas en manos del azar… Pero podemos animarnos a dejarnos sorprender, a dejar que las cosas marchen… Podemos confiar en que aprender es un proceso activo que hay quien está dispuesto a poner en marcha, y reconocer que no sólo nosotros somos capaces de dejarnos sorprender por las mismas cosas, y pensar que la filosofía puede hacerse más profunda si las palabras que ponen en marcha el filosofar son nuestras propias palabras…

Tres ideas que dan vueltas y juegan juntas: leer e interpretar y crear… Preguntar…


Posibilidades bibliográficas:

EPICTETO/HADOT, P. (2015). Manual para la vida feliz. Madrid: Errata naturae.

FUSTER, J. (2000). Aforismes. Valencia: Bromera.

GÓMEZ DE LA SERNA, R. (2006). Greguerías. Madrid: Cátedra.

MARZAL, C. (2007). Electrones. Granada: Cuadernos del vigía.

NIETZSCHE, F. (1996). La genealogía de la moral. Madrid: Alianza.

RECAS, J. (2014). Relámpagos de lucidez. El arte del aforismo. Madrid: Biblioteca nueva.

VV.AA. (2015). Palabras para las vacas. Valencia: Ediciones de vaca y lechuza.

VV.AA. (2016). De botellas y moscas. Valencia: Ediciones de vaca y lechuza.

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