Cuando se trata de la salud de nuestros bebés, todos queremos hacer lo mejor. Con la llegada de un recién nacido a la familia, especialmente si es el primero, todo es nuevo y desconocido y surgen un montón de inseguridades y dudas sobre su salud y cuidados. ¡Tranquilos, es normal!
La explicación es sencilla: para poder producirse el nacimiento, y que el feto pueda salir a través del canal del parto, el ser humano llega a este mundo con muchos más huesos, pues estos están divididos en partes y son más blandos y flexibles que cuando llegamos a la edad adulta.
Así, a medida que vamos creciendo, estos huesos se van soldando unos con otros hasta llegar a la cifra de huesos normal de un adulto, que son 206 huesos.
El esqueleto del recién nacido
En la mayoría de los partos, el recién nacido debe atravesar el canal de parto, que es estrecho y con paredes formadas por los huesos. Ésta es la parte del cuerpo que primero atravesará el canal del parto.
Por ello puede aparecer con alguna deformación inicial, pero será temporal, porque los huesos que forman el cráneo de los bebés son independientes y con el tiempo se van a unir entre sí. Por dichas características, la cabeza puede estar estirada o en forma de pico, al nacer, característica que va a desaparecer en días posteriores.
Al estar los huesos separados, podremos apreciar claramente las dos fontanelas existentes, que se tratan de unos espacios más blandos y se encuentran en la parte superior de la cabeza. Según avance el tiempo, dichas fontanelas desaparecerán, mediante la unión de los huesos del cráneo.
En relación a la alimentación del bebé, a no ser que exista una contraindicación, la opción más correcta será la propia leche de la madre. Para el proceso del lactancia materna, dichas madres deberán ser ayudadas y apoyadas por el personal especializado, desde el mismo momento del parto. Se debe realizar una observación cuidadosa del recién nacido, para no interferir en el proceso de la llegada de un bebé a un núcleo familiar, así como los primeros contactos con toda su familia.
Crecimiento y desarrollo del bebé
Después de haber pasado nueve meses en el vientre materno, el nacimiento del bebé supone la entrada a un nuevo mundo completamente desconocido para él. No conoce el entorno ni sabe cómo comportarse en él.
A pesar de que necesitan aprender a realizar multitud de tareas, los recién nacidos y hasta aproximadamente los 4 años de edad, tienen una capacidad de aprendizaje muy superior a la de los adultos. Por tanto, aunque inicialmente su comportamiento es instintivo, irá poco a poco aprendiendo a vivir en su nuevo entorno. Se encuentran en una etapa muy receptiva en la que cualquier pequeño gesto, sonido, color o movimiento les permite aprender una cosa más sobre la situación y el entorno que lo rodea.
Durante su primer año, el bebé experimenta un gran crecimiento. Debemos tener en cuenta que existirán momentos de grandes cambios y otros en los que prácticamente no se observe ningún avance en su desarrollo. Es importante no alarmarse o preocuparse en exceso en estos momentos en los que el niño no evoluciona tan rápidamente como en otros, ya que, aunque no lo parezca, el bebé va adquiriendo nuevas habilidades.
Cada bebé tiene un desarrollo distinto y no se debe forzar a que camine o hable si todavía no se siente seguro. Presionar puede ser contraproducente, ya que si, por ejemplo, se fuerza a un niño a caminar cuando todavía no está preparado y se cae, puede coger miedo y tardará más tiempo en volverlo a intentarlo. Cada niño tiene un ritmo distinto de crecimiento y desarrollo.
EL MOVIMIENTO EN EL DESARROLLO ÓSEO: DE LA INFANCIA A LA VEJEZ
Etapas del desarrollo del bebé
A medida que avanza el desarrollo del bebé después del nacimiento, éste empieza a relacionarse con la gente y a desarrollar nuevos hábitos, estimulando así su inteligencia. Aunque todavía es muy pequeño, se empieza a forjar su personalidad, por lo que mediante su comportamiento se puede empezar a observar cómo será de mayor.
A medida que va crecimiento el recién nacido, se van formando sus capacidades y habilidades básicas:
- Física: se desarrolla la motricidad gruesa (caminar, sentarse, aguantar la cabeza...) y la motricidad fina (rascarse, sujetar un vaso...).
- Cognitiva: aunque un bebé no hable o no pueda entender tus palabras, sí capta tus emociones o tu actitud. Además, su capacidad de observación y el oído le ayudan a interiorizar aspectos importantes como la confianza, el tiempo, las relaciones...
- Lenguaje: hay bebés que empiezan a hablar de forma temprana y otros que solo emiten pequeños sonidos con la boca y tardan más tiempo en emitir una palabra clara. Es importante estimular y enseñar el lenguaje al bebé desde el inicio de su vida, hablándole de forma clara y estimulando su aprendizaje con juegos adaptados a cada edad.
- Social: el entorno en el que crece el bebé es crucial para su adecuado desarrollo. El contacto físico (caricias, besos, abrazos...), el apoyo emocional y el cariño brindado por familiares hacia el bebé le ayudarán a desarrollar sus habilidades sociales y a desenvolverse poco a poco en el mundo que le rodea.
Cuidados del bebé
Como hemos comentado, en los primeros días y meses de vida, el recién nacido es totalmente dependiente por lo necesita todo el cuidado de sus padres. Existen algunos aspectos a los que los padres deberán prestar especial atención para que el desarrollo de su bebé sea el adecuado. A continuación, se detallan algunos de ellos.
Horas de sueño
El recién nacido no tiene el ritmo circadiano de los adultos (capacidad para distinguir el día de la noche). Generalmente, los bebés duermen en todo momento y solo se despiertan para comer o ante algún dolor o incomodidad como gases o el pañal sucio.
La alimentación
La alimentación del bebé debe ser constante en los primeros días. De hecho, es común que el bebé llore por hambre cada dos o tres horas. No obstante, a lo largo del tiempo, las tomas se irán espaciando.
Si es posible, se recomienda dar el pecho porque la leche materna aporta anticuerpos que refuerzan las defensas del bebé. En ese caso, es fundamental controlar su peso para comprobar que está tomando suficiente leche. Al contrario que en un biberón, no podemos saber si el bebé está tomando leche con certeza ni la cantidad exacta que extrae.
El llanto
Muchas madres, especialmente primerizas, se asustan porque su bebé llora mucho. Sin embargo, no siempre el llanto es signo de alarma. Debemos tener en cuenta que el lloro es su única forma de expresarse, por lo que puede llorar por cualquier cosa: hambre, gases, posición incómoda, pañal sucio, ganas de eructar, etc.
El pañal
Es necesario estar pendiente de los pañales. Si un bebé llora es posible que sea porque está sucio y eso le resulta incómodo. El neonato es incontinente, todavía no ha aprendido a controlar los esfínteres y no deposita su orina en la vejiga.
La salud
Controlar la salud de tu bebé es importante para que su desarrollo sea completo y adecuado. Es crucial seguir las indicaciones de los médicos y prestar especial atención ante señales poco habituales que puedan ser indicativas de alguna enfermedad como por ejemplo un llanto diferente a lo común, caquitas anormales, temperatura elevada, comportamiento o actitud extraña, etc.
También es imprescindible realizar todas las revisiones marcadas, seguir el calendario de vacunas y no medicar sin prescripción detallada del especialista.
