UNA COMUNIDAD CORDIAL DE CONVERSADORES


¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?Nicanor Parra

El gran poeta de la vida cotidiana, Nicanor Parra, encontraba poemas (o antipoemas) en los objetos más sencillos, en los gestos más ordinarios, en las palabras corrientes…

Entras en el bar de tu barrio, ese bar de toda la vida donde un grupo de seres humanos se vuelca sobre un café calentito o sobre el diario de la mañana; de vez en cuando entablas una conversación intermitente con tu vecino y luego vuelves a sumirte en el silencio de tu soledad. «Hora del té, tostadas, margarina. Todo envuelto en una especie de niebla» vuelve a decir el poeta Nicanor Parra. Ese bar donde se respira humanidad y donde desconectas del mundo del trabajo; ese café calentito y ese espíritu abierto al otro es el alma del barrio. Entras en el bar escapando de varios frentes fríos, el frente frío del negocio, del negotium, del trabajo y el frente frío de la calle, del anonimato social que nos cosifica y nos anula como seres humanos. El bar es un espacio cordial donde una comunidad de personas conversa y vive a ráfagas, de una forma intermitente, hijos del desajuste de lo real.

Existen muchos modelos para pensar una escuela, otra escuela posible pero en la nuestra queremos buscar ese mismo espíritu del bar de barrio trabajando en un modelo pedagógico compuesto por personas entre personas, compuesto por seres concretos de carne y hueso, Marina, Dani, Víctor, Rafa, José María, Luis José, Jorge, un grupo de seres humanos que conforman una comunidad cordial de conversadores intermitentes y perplejos. La idea de comunidad proviene directamente de la idea pragmatista de Pierce y de Lipman que, en su metodología de trabajo con niños, plantea el aula como una comunidad de investigación. La escuela toma como modelo el «laboratorio» donde los científicos analizan y sintetizan el conocimiento. Analizar, inducir, deducir, establecer conexiones lógicas, argumentar y razonar son tareas imprescindibles en una comunidad de investigación en la cual un grupo de individuos persiguen ese objetivo común. Una serie de destrezas son necesarias para adquirir esos niveles argumentativos con los que podrán mejorar sus niveles cognitivos e incluso de inteligencia. En una comunidad-escuela-laboratorio la exigencia intelectual es alta y los niveles de abstracción son precisos para poder pertenecer a este club de búsqueda. Nuestra Escuela de Pensamiento Libre no renuncia a esta búsqueda intelectual y algunos de nuestros maestros se interesan por el conocimiento y por la mejora académica de sus resultados. Nuestra idea de comunidad es más ordinaria (nuestra idea de lenguaje también es más “ordinaria” y nuestra idea de “aprender” también es más ordinaria).

Comunidad Cordial de Conversadores - Nicanor Parra

La asamblea constituyente de nuestra comunidad está basada en la creación de un clima afectivo que es previo a cualquier tipo de deliberación, de argumentación o de debate; incluso anterior a la palabra misma. Es a esto a lo que denominamos «comunidad cordial». Tomamos la expresión de la filósofa Adela Cortina que en sus investigaciones éticas sitúa a la razón cordial a la misma altura filosófica que a la razón discursiva.

Cada día, antes de sentarnos a pensar y a conversar, la primera clase de la Escuela de Pensamiento Libre es «dinámica»: Un abrazo, un modo de colocarnos en forma de circulo, algún ejercicio de respiración en común, de escucha o de atención mutua; es el momento de hablar sin miedo a tener razón o buenas razones; es el primer espacio que pone entre paréntesis el mundo y suspende el juicio sobre lo real para recibir el primero de todos los afectos, el amor, amor entendido como estima de uno mismo, confianza en lo que somos y declaración de principios, los mismos que están en el frontispicio de la Escuela de Pensamiento Libre: Aquí y ahora, en este preciso momento de la historia, del presente, tú eres sabio. Si el resto de la jornada sabes de antemano que no debes demostrar nada ni mejorar en nada ni siquiera decir nada porque eres dueño de tu silencio y de tus palabras, porque nadie querrá acabar tus frases o normalizar tu lenguaje, tu eres dueño de tu palabra-herida porque todos, aquí y ahora, somos vulnerables, como tú. En una comunidad cordial el primer principio, pues, es la ad-miración del otro y el re-conocimiento de la fragilidad humana. En el espacio de aprendizaje, el maestro no despliega los ejercicios metacognitivos con los que mejorar los niveles intelectuales de los sujetos; el maestro, por ahora, es un facilitador de los procesos de pensamiento del otro y de las posibilidades inexploradas de la palabra-herida del otro. Ese despliegue lingüístico se mueve en un horizonte, el horizonte de la conversación entre amigos y cómplices intelectuales.

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Comunidad cordial de conversadores

Toda conversación interesante, nos recuerda Rorty en la tercera parte de su obra La filosofía y el espejo de la naturaleza, es un reconocimiento del paso humano como medida de todas las cosas, es un ejercicio de sano escepticismo y relativismo frente a los discursos de la verdad que ejemplifican los procesos de investigación. La conversación sobre las cuestiones humanas que nos interesan es, en nuestra comunidad de seres marcados por un estigma histórico, la mejor forma de ajustarnos a las realidades cotidianas de personas que en la mayoría de las ocasiones están sumidas en el silencio. La conversación no es un mero ejercicio lingüístico donde hablamos para mejorar nuestras destrezas. La unidad básica de la conversación es la palabra-herida; esta unidad en sí misma carece de sentido adquiriéndolo en el todo de la comunidad de personas que han tomado una determinación (autodeterminación): Compartir sus palabras para crear una unidad mayor, el grupo, los grupos, una Escuela donde se les considera pensadores. Una escuela así, doliente y que nace de las heridas sin cicatrizar de sus asistentes, es una institución cordial, amada, respetada y admirada. Es un no-lugar donde cualquiera desea ir, pero esos cualquiera no son cualquier persona sino ellos, los hijos del oprobio y del estigma histórico que ha aniquilado sus posibilidades para diseñarlos primero como enfermos y ahora como niños perpetuos a los que hay que asistir y cuidar. De nuevo, las palabras sinceras resuenan en nuestros oídos: la Escuela es el único lugar del mundo donde me siento valorado.

La escuela de Pensamiento libre es una escuela doliente que nace de las heridas sin cicatrizar de sus asistentes Clic para tuitear

Comunidad cordial de conversadores que filosofan desde la perplejidad. En estas personas a las que se les ha arrebatado la palabra, el pensamiento, la ética y las emociones, la filosofía es la actitud vital que los inserta de lleno en su finitud. Es más, podríamos decir que es la actitud filosófica primordial; José, Maxim, Rafa, Amparo o Dani son seres asombrados que desean saber no por el saber mismo (conocimiento puro) sino porque sus deseos de saber son sus deseos de ser y descubrir su lugar en el mundo. Solo los seres desencajados, desorientados y perdidos necesitan de verdad la verdad pero no una verdad última o una verdad trascendente sino una verdad humana, la verdad del aquí y del ahora. Solo puede ser sabio quién se declara filósofo y el que se declara filósofo se declara ser lleno de anhelos, anhelos que son fruto de las carencias, de la imperfección e incompletud que somos. En definitiva, una comunidad cordial de conversadores perplejos que, desde la perplejidad, buscan el otro lado del símbolo, la clave, la llave que les lleve a ese lado del mundo donde se completan las carencias y que no es otro que el mundo de los valores, valores buscados como la libertad, la igualdad o, en general, los derechos humanos básicos. Valores sí y no solo derechos. Ellos saben de oídas que son ciudadanos poseedores de derechos pero la Escuela no insiste en esta evidencia sino que crea las condiciones de posibilidad para que cada uno, desde su lugar en el camino, pueda buscar y encontrar y reivindicar eso que les falta pero sin ser empujados, arengados. Los activistas puros se mostrarán impacientes ante esta falta de resultados prácticos y ante este enfoque filosófico de los problemas. Los epistemólogos puros se mostrarán decepcionados ante el experimento y le exigirán a los conversadores que dialoguen filosóficamente y que sin diálogo filosófico no hay filosofía posible y que eso es otra cosa pero no filosofía porque ellos tienen la patente de las metodologías filosóficas. Y nosotros, desde este bar del espíritu, desde esta escuela de afectos, solo podemos prometer que no andaremos más deprisa que nuestros caminantes, hijos de la lentitud, hijos de la fragilidad, hijos de la medida humana del mundo. Esa es la «niebla» que, como dijo el poeta, se respira en el interior de ese bar de barrio.


Para más información de esta experiencia pedagógica denominada Escuela de Pensamiento Libre he aquí las siguientes referencias:

SÁNCHEZ ALCÓN, J.M. (2011). Pienso luego soy... uno más. Programa de Pensamiento Libre para personas con discapacidad intelectual. Madrid: Pirámide.

Escuela de Pensamiento Libre: Una Utopía Posible. Página de Facebook. http://bit.ly/29JwR9X

Escuela de Pensamiento Libre: Una Utopía Posible. Página web. http://bit.ly/2a6gOBf

 
 
 

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